25 abr 2012

El valor de una imagen


En el 2005 tenía que realizar un reportaje de las Bardenas de Navarra. En Andosilla (un pueblo cercano) había un concurso fotográfico sobre el pueblo, así que decidí pasarme y sacar alguna foto, a ver si “sonaba la flauta”.

Meses después me comunicaban que había obtenido el 1º premio y 3 menciones en dicho concurso (aseguro que no soborne al jurado).

Con el tiempo esas fotos pasaron al olvido... Pero 6 años después recibía un e-mail solicitándome una copia de una de las fotos premiadas titulada "Traje de domingo". 

Para la persona que me escribía esa foto tenía un gran valor sentimental En ella aparecía su padre, paseando delante de su casa. En la actualidad su padre estaba postrado en la cama luchando contra una enfermedad. La imagen que había realizado casualmente, era una de sus últimas fotografías paseando, antes de enfermar.

Hay imágenes que sin premeditarlo, adquirirán un valor añadido; en este caso sentimental.

En el caso de la naturaleza casi siempre documental. Algunas ocasiones documental y sentimental (por desgracia) como en el caso del Prestige.

Ese mismo 2005 preparaba un viaje a Gran Canaria para el 2006. Uno de mis “fichajes” era el famoso Dedo de Dios. Pero en noviembre la Tormenta tropical Delta lo derribó.

El árbol que está erguido hoy, mañana estará derribado por la tormenta. La roca que está hoy en la playa, mañana la marea se la habrá llevado.

8 comentarios:

  1. Bonita historia Asier e interesante reflexión.

    ResponderEliminar
  2. ada traje de domingo es una historia nunca contada. En este caso, y gracias a tu foto, la historia ya tiene un comienzo... y todo un libro para aquellas personas que te la pidieron.

    El dedo de dios cayó por el delta... ¿sabes cuantas veces me dije: "tengo que fotografiar bien el dedo de dios"?. Y cuantas veces me contesté: "ya iré un día de estos"... No tengo fotos buenas del dedo de dios cuando aún era dedo... Ahora me digo muchas tardes "tengo que ir a fotografiar "el muñón de dios"... pero aún no he ido... ¿a qué espero? No lo se, pero quizás se me remuevan las perezas tras tu blog... Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Fotografiamos instantes y fragmentos de nuestra realidad que muchas veces son tan efímeros como la misma luz que se diluye al atardecer. Buena reflexión, amigo Asier. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  4. Una historia increible que espero que ayude persona, padre e hijo. Por ciert la foto me parece sublime, digna del premio.

    Un saludo, Francesc

    ResponderEliminar
  5. siempre he sabido que la fotografia era buena...pero en este y en muchos casos vale la pena tu sacrifio..zorionak

    ResponderEliminar
  6. Bonita historia, y muy buena reflexión sobre el valor de las imágenes y sobre todo, lo que estas implican. Ese IVA que muchas de las fotografias adquieren, por el momento, por las circunstancias .... son entre otras cosas las que las hacen diferentes a distintos ojos.

    ResponderEliminar
  7. Bonita historia, invita a reflexionar...
    Por cierto, tampoco me hubiera importado fotografiar o..ver, el totem de Gueirua...però..
    :-)
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  8. Todo cambia, en la naturaleza nada es immutable y eso para mi es lo que le confiere un valor añadido. La de saltos de agua que cambian su fisionomia después de lluvias torrenciales cuyas primeras fotos ya jamás se podrán volver a hacer.

    Saludos

    ResponderEliminar