
En la entrada de “Una imagen duele más que mil palabras" relaté como a los 6 días de comprar una Nikon D2x, partí/rajé el pentramisma. En esta entrada describo cómo me partí/raje la cabeza literalmente. Aunque reconozco que me dolió más lo de la cámara.
En la costa de Asturias hay una cueva a la cual se accede por una ladera y luego esta cueva acaba abriéndose al mar. Calculo que desde la entrada, hasta donde se abre la cueva, habrá unos 150 m.
En la costa de Asturias hay una cueva a la cual se accede por una ladera y luego esta cueva acaba abriéndose al mar. Calculo que desde la entrada, hasta donde se abre la cueva, habrá unos 150 m.
Es una experiencia inquietante y abrumadora ir adentrándote en la cueva con la luz del frontal (imprescindible) y avanzar por la oscuridad, oyendo al fondo el embate del mar sin poder verlo. Llega a dar la sensación de que va venir una ola que no ves y te va arrastrar.
No era la primera vez que me adentraba en esta
“pequeña catedral” de la naturaleza, ya que estaba tratando de repetir y mejorar algunas imágenes, de espaldas al mar, por lo que tenía que estar alerta constantemente de que no llegara ninguna ola que pudiera arrastrarme.
Seguí fotografiando hasta que oí lo que parecía ser una ola grande, además la luz que entraba por la abertura de la cueva desapareció, así que instintivamente me levanté precipitadamente, estampando mi duro cráneo contra una estalactita aun más dura. Me frote la cabeza aliviándome y tranquilizándome porque la ola no llegaba hasta mi zona. Seguí fotografiando hasta que me percate de que, lo que creía que eran las goteras de las estalactitas era en realidad mi sangre, el susto fue enorme: no distinguía de que envergadura era la herida de la cabeza, lo que si sabía era que no paraba de sangrar a pesar de presionar la herida, estaba solo, tenía que salir de la cueva y conseguir cobertura para llamar al 112. Mientras trataba de salir de la cueva el frontal iba perdiendo luz. Fueron los 150 m más largos de mi vida.
Por fortuna pude conseguir ayuda y la historia finalizó con unos cuantos puntos de sutura en la cabeza.
No era la primera vez que me adentraba en esta

Seguí fotografiando hasta que oí lo que parecía ser una ola grande, además la luz que entraba por la abertura de la cueva desapareció, así que instintivamente me levanté precipitadamente, estampando mi duro cráneo contra una estalactita aun más dura. Me frote la cabeza aliviándome y tranquilizándome porque la ola no llegaba hasta mi zona. Seguí fotografiando hasta que me percate de que, lo que creía que eran las goteras de las estalactitas era en realidad mi sangre, el susto fue enorme: no distinguía de que envergadura era la herida de la cabeza, lo que si sabía era que no paraba de sangrar a pesar de presionar la herida, estaba solo, tenía que salir de la cueva y conseguir cobertura para llamar al 112. Mientras trataba de salir de la cueva el frontal iba perdiendo luz. Fueron los 150 m más largos de mi vida.
Por fortuna pude conseguir ayuda y la historia finalizó con unos cuantos puntos de sutura en la cabeza.
